Primeros auxilios psicológicos, la importancia de un buen consejo

Primeros auxilios psicológicos, la importancia de un buen consejo
Aunque siempre asociemos los primeros auxilios con accidentes y otrasemergencias médicas, la salud mental también puede presentar una emergencia en la cual debamos prestar primeros auxilios. Y en este caso, al igual que con cualquier otra emergencia, la rapidez y corrección de nuestro proceder, puede evitar complicaciones y graves consecuencias. Aprende cómo prestar primeros auxilios psicológicos, porque un buen consejo importa.

Los problemas están a la orden del día en la agitada vida actual y todos nos hemos encontrado en situaciones desagradables e indeseables como: la pérdida de un ser querido, fracaso laboral, rupturas de pareja, enfermedades, estrés, problemas económicos, etc. Algunas veces, estos problemas nos afectan indirectamente, a través de un ser querido, es entonces cuando debemos prestar los primeros auxilios psicológicos, convirtiéndonos en un apoyo emocional para quien sufre.
Si bien nuestro deseo de ayudar es muy grande, no siempre sabemos qué hacer ni cómo hacerlo, de modo que vamos a darte algunos consejos para que puedas prestar unos primeros auxilios psicológicos efectivos.

Consejos para prestar primeros auxilios psicológicos

Si nos vemos enfrentados a una emergencia emocional, debemos seguir algunos pasos que nos permitirán reconfortar a la persona para que pueda enfrentarse adecuadamente a la situación que la aqueja, sin desmoronarse.

Primer paso:

En primer lugar le haremos sentir que la escuchamos y que nos preocupamos por lo que le ocurre. Para lograrlo debemos lograr empatizar con la persona (sintonizar con ella). Para hacerlo tenemos que concentrar nuestra atención en esa persona, asentir, mostrar interés de manera activa. La invitaremos a hablar de lo que ocurre, a narrar los hechos y sus sentimientos al respecto. Luego expresaremos nuestro apoyo y comprensión. De esta forma lograremos que se sienta acompañada en su situación.
Lo que debemos hacer entonces es: escuchar atentamente y comunicar nuestra aceptación.
Lo que NO debemos hacer es: contar nuestra historia; ignorar los hechos o sentimientos; juzgar, tomar partido o reprochar a la persona.
Segundo paso: 
Analizar la magnitud del problema: para ello formularemos preguntas acerca del presente, pasado y futuro inmediato. Preguntar: qué ocurrió, cómo se siente, qué piensa, qué puede hacer. El pasado inmediato nos dice qué fue lo que ocurrió. El futuro inmediato nos enfoca en posibles riesgos para la persona. Apunta a prepararse para las soluciones inmediatas.
En este caso debemos formular preguntas abiertas y conducir a la persona a una mayor claridad del suceso.
Lo que NO debemos hacer es: formular preguntas de si/no; darle la razón del problema.v
Tercer paso:
Cuando lo anterior está claro, puedes comenzar a buscar posibles soluciones. Pero no debes imponer soluciones, sino simplemente acompañar a la persona en su propio razonamiento para que arribe a soluciones propias.
Lo que debes hacer es alentar la lluvia de ideas y establecer las prioridades.
NO debes evitar examinar ningún obstáculo, no permitas que las necesidades se mezclen.
Cuarto paso:
Si fuera necesario puedes ayudar a la persona a realizar alguna acción.
Puedes ir paso a paso, establecer metas concretas a corto plazo, confrontar si es preciso, ser directivo si es necesario.
NO debes intentar una solución total en el momento, tomar decisiones de largo alcance, ser tímido o prometer cosas o soluciones.
Quinto paso:
Una vez que haya finalizado el momento crítico, debemos mantener el interés, preguntando a la persona cómo le resultaron las cosas.
Podemos proponer una nueva conversación, preguntar cómo van las cosas.
NO debemos asumir que la persona puede hacer todo por sí mismo. No olvidemos que por eso necesitó nuestra intervención en primera instancia.

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